Reflexiones sobre el completo misterio humano

El verde sol de la noche del planeta aquel
y sus rayos que tocan mi rostro pálido
no me hacen más extraño que tú, que él.
¿Qué sabemos del corazón del hombre?
¿Qué sabemos del corazón de una mujer?
Apenas atisbos de luz y sombra y nada más.
Hay quienes le muestran su entero ser al mundo,
otras posan desnudas sobre su lecho diario,
y hay quienes le cuentan a los incautos todo,
todo lo que que de sí imaginan o quisieran,
Extraños somos, aunque nos mostremos
las más íntimas cicatrices que escondemos,
las heridas que nos dejan los ojos tan ausentes!
Dime si sabes la calle en que nunca vivirás,
o la dirección en que las nubes viajan a la nada;
explícame las desesperadas ansias de los mares,
esas ganas que tienen de conquistar la tierra.
Dime si has visto la bailarina ruta de esa mariposa,
el vuelo del picaflor en diligente viaje hacia la flor
y yo te contaré sobre los pasos en la arena tibia,
y te diré por donde se esconde el sol en tu mirada.
No, yo no sé tu nombre o el día en que partiste,
o la madrugada en que dejaste tu barrio más querido.
No, yo no sé nada -seguro que nunca lo sabré-
si es tan grande y son tan numerosas las estrellas.
¿Quién va a poder contar todos los días de su vida,
o todas las noches de pasión que ha atesorado?
No yo, no tú, no nadie en este universo humano.
Y sin embargo algo sé: cada ser tiene un misterio
y un universo que explorar en todos sus sentidos:
y esa es la razón de ser, de hacer y de vivir, lo juro !


Jorge Arturo Ortiz©

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