Memoria vegetal

Ya sé que aquellos días se murieron;
que el invierno se devoró las hojas,
que la crueldad filosa de los años
cortó el cordón del tiempo en mil pedazos. 
Las lápidas en que se durmieron mis besos
ya no existen más:
por allí construyeron una fábrica
y el hastío de saber nombres
como de calles afiebradas de sol
me ciega el alma,
Mas, nada importa:
esa laguna seca de tus lágrimas
no refleja la nada.
Yo tengo corazón hasta que el cielo caiga
y siento que mis brazos de roble milenario:
encienden calidez,
dan calma.


Jorge Arturo Ortiz©

Comentários

Postagens mais visitadas