El sabor de la milonga

La milonga que baila mi maestro,
Ay, cómo le huele a tierno lecho!
En cada paso que impone la cadencia 
Se desliza, descarada, una promesa,
Y en cada giro una invitación al beso,
Y cada bandoneón la vida entera!
La milonga que baila mi maestro
Esconde un puñal en su cintura,
Arma ingenua ante esos ojos verdes,
Que a la hora de matar lo hacen de veras!
El público que mira la danza arrolladora
Se salpica de sudor, de ganas y de besos,
Fieras promesas que devendrán, seguro,
en quejidos de amor y en bellas lunas nuevas!


Jorge Arturo Ortiz©

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