Si no tuviera alas

Qué sería de mi si no tuviera alas,
qué sería de todos esos mares,
de todas las distancias humilladas
que se quedan allí, asombradas,
viendo pasar mi silueta veloz
camino a tu ventana.
Dicen que somos tierra
y yo digo que somos aire y cielo,
que tenemos la virtud de la saeta
y el afán de las aves migratorias.
Dicen que debemos marchar por tierra sólida,
mas yo prefiero enfrentar los aguaceros
para sentir la noche de tu pelo
y tu fragancia de rosa perfumada.
Si no tuviera alas,
si sólo fuera un proyecto de hombre ciego,
si mi corazón latiera simplemente
como lo hacen las hojas con el viento,
yo no tendría más paz que la de un muerto
ni más destino que la luz de un ciego.
Pero tengo estas manos y tus manos,
estas miradas que quieren alcanzar luz
y convertirse en danza y en jolgorio.
Viajeros somos;
tendremos que sortear las piedras del camino,
y caer muchas veces hasta el polvo
para después levantarnos de la nada.
Ave Fénix somos,
la que nace del fuego y se convierte
en árboles altivos y serenos,
en piedras por los sueños bien labradas.
Por aquí no pasarán cobardes
ni habrá huellas de ingenuos peregrinos.
Somos la luz que nace,
somos el mar que rompe en la muralla,
de un malecón sembrado de recuerdos,
de una distancia preñada de miradas.
Si no tuviera alas
mordería mis manos hasta brotarle alas
sólo para sentir tu piel tan tibia
inaugurando fulgurantes madrugadas.
Jorge Arturo Ortiz ©






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